Tú pareja jamás te perdonara si te sabe enemistado con sus padres; será injusto e incongruente, pero las relaciones conyugales nunca podrán sanarse del todo cuando uno de los miembros de la pareja agravie o menosprecie a los familiares del otro.
Si pretendes pedir amnistía a tu pareja deberás bajar la cabeza, guardarte en la bolsa el maldito orgullo y pedírsela primero a sus padres.
Congeniar con los suegros es, sin duda, uno de los trabajos indispensables para la rehabilitación marital, pero también es uno de los más difíciles.
Para perdonar a alguien se requiere: Número uno, enfrentar abiertamente el dolor por lo que nos hicieron.
Número dos, evaluar lo que nos cuesta aquello que perdimos, y Número tres, regalar mentalmente lo que perdimos. para dar el primer paso dejemos de racionalizar diciendo "no ocurrió nada, a fin de cuentas no me afecta en lo absoluto la conducta del otro, algún día me las pagará, pero definitivamente yo estoy bien". esa actitud es absurda. Enfrentar abiertamente el dolor es reconocer que estamos terriblemente heridos, que el proceder de aquél sí nos afectó, nos hizo daño, nos duele definitivamente... El segundo paso, Evaluar exactamente la pérdida, significa calibrar lo que nos quitó, hacer un recuento real de lo que perdimos y reconocer el valor que eso tenía para nosotros. El tercer paso es el más difícil. es el salto de la muerte, el punto culminante y definitivo. sin el tercer paso los otros dos no sirven más que para reconocernos abiertamente como mártires. con él, en cambio, la fórmula hace estallar el mal y nuestra vida se llena otra vez de energía positiva. hemos reconocido el dolor y evaluado lo que perdimos. ahora debemos Regalarle a nuestro agresor aquello que nos quitó, pensar que decidimos obsequiárselo. no se lo merece, definitivamente, pero como de cualquier modo ya no lo tenemos, vamos a volvernos mentalmente su amigo, tratar de ponernos en sus zapatos, comprender sus razones, justificar sus impulsos y decirle con nuestro pensamiento: "Eso que me quitaste (ya sé perfectamente qué es y cuánto me duele haberlo perdido), quiero pensar que te lo regalo..." este último paso es el verdadero perdón, es el giro definitivo, el último dígito de la combinación. sin él no hay nada; con él, todo.
¿no sería más realista una vez evaluado lo que perdimos exigirle al agresor que nos lo devuelva, para después perdonarlo?
¡De ninguna forma! la mayoría de la gente cree que el perdón debe ser así, pero es una reacción absurda. si usted, por ejemplo, rompe un jarrón en mi casa, yo se lo cobro y cuando me lo paga le digo "lo perdono", en realidad no estoy perdonando sino haciéndome tonto y burlándome de usted. al cobrarle el importe de un error estamos a mano; en cambio, si verdaderamente perdono, el ofensor ya no tiene que pagar.
Sería ilógico decirle a un hombre que estuvo diez años en la cárcel, después de cumplir su condena: "Está usted perdonado".
El perdón es un obsequio inmerecido. igual que el verdadero amor. el amor real jamás podrá ser un premio, el amor es un regalo. los seres humanos superiores son capaces de decirle a sus hijos y a su pareja: "Te amo, no como premio a tu conducta sino a pesar de tu conducta..." nadie que condicione su cariño a alguien lo ama verdaderamente.
Testimonio: Hace algunos años el matrimonio de Carlos se deshizo, porque le fue infiel a su esposa Diana. Carlos pasó por una crisis de emociones, pero finalmente se dio cuenta de su garrafal error y acudió a su mujer herida. ella se había enterado del adulterio unas semanas antes y cuando él llegó arrepentido a solicitarle su perdón, ella ya había tomado una decisión. le dijo a Carlos que una infidelidad es algo que simple y llanamente no se puede perdonar, que por el bien de sus tres hijos iban a seguir viviendo juntos, pero que definitivamente las cosas ya no iban a poder volver a ser iguales. a partir de entonces ella le negó todo contacto íntimo, le hizo la vida imposible. se burlaba de él, lo humillaba ante los demás y el sólo atinaba a bajar la cabeza. cuando muchos años después sus tres hijos se casaron y ellos se quedaron solos, una noche en que ella se sintió sola y llena de nostalgia le dijo a Carlos: "¿Te acuerdas de aquella infidelidad? ¡He decidido perdonarte!" Carlos soltó una carcajada y le contestó: "No gracias, ya no puedes perdonarme; he sufrido vejaciones, malos tratos, burlas y desprecio por el error que cometí; yo lo acepté porque sabia que era mi merecido, pero ahora no puedes perdonarme ¡Simplemente porque ya pagué mi culpa!".
El perdón es un obsequio que se da cuando la persona acaba de cometer el error y que definitivamente es imposible dar después de que lo reparó.
¿Recuerda lo que dijo Jesús cuando resucitó y se le apareció a Pedro? el seguidor en quien Él edificaría su Iglesia lo acababa de negar, lo acababa de traicionar; además de no tener el valor de defenderlo, le dio la espalda y aseguró no conocerlo. Jesús estaba en su justo derecho de recriminar al discípulo, avergonzarlo por su debilidad y pedirle cuentas por su cobardía. cualquiera de nosotros hubiera hecho eso. ¿Qué le diría usted a un amigo que lo traicionó? ¿Qué sería lo natural? ¿Recuerda lo que le dijo Jesús a Pedro en esas circunstancias?
Le preguntó simplemente: "¿Me amas?" qué cuestionamiento más extraño, ¿no les parece? Pedro contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te amo"; entonces Jesús le dijo: "Habíamos quedado en algo antes de tu traición, tal vez ahora las cosas deberían cambiar, pero Si aún me amas, no cambiarán. apacienta mis corderos." Pedro se quedó pasmado por tal afirmación. Jesús, al verlo asustado, volvió a preguntar: "¿Me amas? ¿Estás seguro?" hizo la pregunta tres veces, el mismo número de veces que Pedro lo negó. diríase que para cada afrenta Él no tenía reclamación alguna. soló la pregunta "Me amas?".
Todos podemos cometer errores. algunos muy graves, es cierto, pero no por eso vamos a divorciarnos de todo aquel que cometa un error... El mensaje de Jesús es claro: no debes burlarte ni encarnizarte contra el que ha fallado; decide cuál será tu conducta sólo después de preguntarle si aún te ama...
Esta información fue sacada de un libro titulado LA ULTIMA OPORTUNIDAD de Carlos Cuauhtémoc Sánchez.